Otra forma de ver
Nuestra civilización se basa en lo visual, pero hay otras muchas formas de percibir nuestro mundo.
En esta ocasión nos disponemos a viajar al otro lado del mundo. Se estima que los primeros pobladores de Australia llegaron a la isla continente hace 60000 años. Una dificultad importante que debieron resolver fue explorar un vastísimo territorio que se extendía a lo largo de más de 7,7 millones de kilómetros cuadrados. En nuestra civilización cartografiar un terreno supone verlo y describirlo de alguna forma en algún soporte físico, habitualmente un mapa. ¿Pero cómo se las arreglarían si, como los aborígenes australianos, no dispusiesen de papel ni de la propia escritura?
Nuestros protagonistas de hoy idearon el mapa más original que jamás han conocido. En las llamadas “songlines” los aborígenes introdujeron todas las referencias que necesitaban para sobrevivir y aquellas que daban coherencia a su mundo. A través de canciones, que se transmitían de una generación a otra, las primeras naciones australianas describieron con todo detalle el mundo que les rodeaba. Sendas, pozos de agua, lugares de caza o la presencia de otras tribus era solo una parte de los datos que escondían estas particulares canciones. El ritmo, la cadencia y la letra contenían tantos niveles de información que hacía posible desplazamientos seguros de miles de kilómetros. Pero estas canciones mapas encerraban también toda la cosmogonía de estos pueblos. Así el aborigen se desplazaba no solo por el mundo material sino por el de sus ancestros y las tierras de los sueños. Los ríos, los árboles o los accidentes geográficos no se concebían como espectadores inertes sino que tenían una historia que se imbricaba con la del caminante.
Los viajes no eran, por tanto, meros desplazamientos de un punto a otro. Resultaban auténticos recorridos iniciáticos donde tan importante era lo físico como lo espiritual.
Nuestra cultura es eminentemente visual. Las cosas “entran por los ojos”, “hay que verlas para creerlas. Incluso “comemos más por los ojos que por la boca”. Hemos descuidado el enorme potencial del resto de nuestros sentidos. Tampoco prestamos demasiada atención a los símbolos. El ejemplo paradigmático de viaje mágico, donde el caminante va transformándose con el paisaje, es el Camino de Santiago. Y probablemente cada vez sean menos quienes lo recorren desde esa perspectiva.
Pero siempre estamos a tiempo de enriquecer nuestro devenir. Porque caminar, viajar o ver no es sólo andar, desplazarse o mirar.
Publicado en Diario de Almería el 02/11/2021
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El reencuentro
Hay momentos en que corresponde introducir cambios en nuestra vida. Cómo hacerlos es la clave
Hay ocasiones en las que perdemos el norte. Bien porque las circunstancias han cambiado y toca corregir la deriva, bien porque nos damos cuenta de que ese rumbo nunca fue, en realidad, el nuestro. En momentos así nos debemos enfrentar, primero, a un terrible sentimiento de vacío. Al cabo nos irá asediando una suerte de tristeza vital por la pérdida de lo que teníamos. Y ,finalmente, si es que no había aparecido entreverado antes, el miedo, que muerde siempre con fuerza.
Pero este principio de realidad, si somos honestos, nos colocará en la mejor posición posible. Toca hacer cambios ya. Considero importante matizar que cambiar no es sino evolucionar. Implica desarrollarse, caminar de manera ordenada.
Ante un proceso de genuino cambio no caben recetas mágicas, obvio. Cada individuo, según su forma de ser y estar en el mundo, debe reflexionar sus siguientes coordenadas. Pero esta tarea puede facilitarse, catalizarse en verdad, siguiendo tres principios generales que nos han dado autores existenciales de la talla de Frankl o Längle.
El primero de estos es crear. Un jardín, un poema, una pieza de cerámica… En el proceso creativo se ponen en marcha una serie de mecanismos del aparato mental tremendamente sanadores. En numerosas ocasiones el material de desecho psíquico es la base de nuestra creación. Algo así como la transformación del estiércol en nueva vida vegetal.
La segunda recomendación se basa en establecer estrecho contacto con la Naturaleza. Implicarse en actividades que conecten nuestro Yo primigenio con la Madre Tierra nos resultarán muy beneficiosas. A la postre nuestra ropa, nuestros móviles y demás parafernalia son aberraciones de nuestro origen auténtico. Esquivar, siquiera durante un rato, esta deformación evolutiva nos acercará más a nosotros mismos.
En tercer lugar, nos dicen estos autores, se trata de establecer un compromiso trascendente. Este no debe ir necesariamente ligado al plano religioso pero sí al espiritual. Es bueno encontrar una causa con la que implicarnos emocionalmente; esta acabará revelándose como una herramienta útil para trascender de una etapa a otra de nuestra existencia. Sugieren, además, que este pilar tenga un componente altruista. Ayudar sienta fenomenal.
Y si lo anterior les suscita dudas creo que queda todo muy bien resumido en esta sentencia de Nietzsche: “Quién encuentra un por qué vivir puede soportar casi cualquier cómo”.
Publicado en Diario de Almería el 28/09/21
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Gracias o agradecimiento
Dar las gracias no implica agradecimiento. No debemos confundirlo ni siquiera necesitarlo.
Damos las gracias unas veinte veces cada día. Como casi todo, esta acción cotidiana, está debidamente estudiada y mesurada en diferentes artículos de investigación. No obstante, la mayor parte de esa veintena de gracias son meras fórmulas de cortesía, vacías de simbolismo. El formalismo social no siempre lleva consigo un agradecimiento auténtico, en eso estamos todos de acuerdo. También es cierto que no es lo mismo comprar una barra de pan que hacer un gran favor, obvio.
El problema surge cuando nos acostumbramos a esta devolución inmediata ante cada gesto amable y confundimos las gracias con el agradecimiento. Así, nuestro aparato mental y nuestro músculo emocional, acaba necesitando que se reconozca cada detalle, cada cesión y cada esfuerzo que uno haga por los demás. Y si, como sucede muchas veces, no recibimos esa muestra de agradecimiento nos frustramos y sufrimos. “Si me dan las gracias por ceder mi asiento en el autobús cómo puede ser que no reconozcan mi esfuerzo en (el trabajo/mi relación/mi familia/etc.)”.
Como cualquier animal que se precie el ser humano es notablemente sensible al refuerzo positivo y (algo menos) al negativo. Si quien tenemos cerca tiende a valorar nuestros esfuerzos positivamente y a relativizar nuestros fallos tendremos un estupendo campo abonado para desarrollarnos. La pega es la que señalábamos antes: corremos el riesgo de necesitar ese refuerzo constantemente y cuando nos topemos con ambientes menos estimulantes podemos venirnos abajo con facilidad. Por el contrario, si nos rodeamos de criaturas que viven nuestros desvelos como algo obligatorio para con ellos y se dedican a señalar con un círculo rojo nuestros supuestos fallos sucederá que probablemente terminemos obviando a esas gentes y nos desmotivaremos para seguir cambiando.
Pero, ojo, ambas posturas nos dejan en manos del otro, nos desnaturalizan y nos alejan de quienes somos en realidad. Y, a poco que reflexionemos, no dejan de ser también un acto de notable inmadurez. La auténtica generosidad se basa en dar sin esperar nada a cambio y nadie saldrá más enriquecido que nosotros mismos si integramos esta premisa. Por otro lado trabajar en la línea de la autosuficiencia emocional nos hace más libres puesto que nada nos reportará más felicidad que nuestra propia paz interior, sea cuál sea el panorama externo. Y a la sazón ya se sabe que hay que hacer el bien sin mirar a quién.
Publicado en Diario de Almería el 07/09/21
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Bibliotecas Humanas
Juzgar un libro por su tapa es siempre un error. Echen un vistazo a esta experiencia social.
Rifat solía contar su historia con una mezcla de añoranza, miedo y tristeza. Con el tiempo descubrió que tenía aún más éxito si añadía pinceladas de su vida actual. Había huido de la guerra de Siria nueve años atrás. Sufrió la crudeza de los campos de refugiados que había esparcidos por media Jordania. Se lanzó a la aventura europea y había conseguido hacerse un hueco en la sociedad de la capital danesa. Manejaba el idioma con suficiente soltura como para percibir los matices escondidos en las preguntas de sus lectores. Conocía lo suficiente el alma humana como para asomarse al balcón de los ojos de sus entrevistadores.
La historia de Sorin era bien distinta. Danesa de nacimiento relataba a sus asombrados seguidores como su estado de ánimo podía fluctuar sin que necesariamente mediara ningún cambio a su alrededor. Explicaba como su primer ingreso fue a los 21 años, tras sufrir una grave depresión. A este episodio le sucedieron dos más muy diferentes pero inextricablemente relacionados. En la fase de manía aguda se sentía cuasi inmortal. Apenas si necesitaba comer o dormir. El mundo se bebía rápido a través de sus sentidos. Veía, escuchaba y pensaba mejor y más rápido que la mayoría. Percibía que sus capacidades eran omnímodas. Era, sencillamente, capaz de todo. La realidad era más dura, claro. Ese estado de exaltación sostenido le hacía meterse en líos, ponerse en riesgo y perder enormes cantidades de dinero en pésimos negocios. Hoy Sorin contaba cómo había domeñado su problema de salud mental y disfrutaba de un proyecto de vida pleno.
Al final del pasillo aguardaba Klaus. De aspecto sereno y con aires de noble norteño parecía un jubilado satisfecho. Mas su historia contenía una auténtica lucha contra un sistema de valores arcaico. Ser homosexual hace 50 años no resultó precisamente sencillo.
La Biblioteca Humana nació en Copenhague hacia el año 2000. El país vivía un momento de profunda reconversión social y alguien propuso este sistema para derribar tabúes y deponer estereotipos. La mecánica es sencilla. Recorres sus pasillos y te acercas al título que más te llama la atención. Rifat, Sorin, Klaus y muchos más aguardan para contarte su historia durante media hora.
Como psiquiatra considero que pocas cosas resultan tan instructivas como escuchar la historia de una vida contada por su protagonista. ¿Cuál querrían oír ustedes? ¿Cómo contarían la suya propia?
Publicado en Diario de Almería el 06/07/21
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