Mentes trashumantes
De como la trashumancia encierra la simbología de un mundo que ya no entendemos.
Es habitual que, en determinadas estaciones del año, la televisión nos ofrezca imágenes que hoy destacan por pintorescas. La trashumancia surge debido a la alternancia de recursos disponibles en función del pulso climático e hidrológico de las comarcas. Los pastores trasladan sus rebaños viajando en invierno hacia las dehesas del sur para subir en verano hacia pastizales de altura. Estos desplazamientos se realizan con regularidad temporal matizada por la improvisación adaptativa a los fenómenos circunstanciales.
Es interesante saber que la red de vías pecuarias o cañadas reales fija su diseño original en las primigenias rutas migratorias de los grandes herbívoros de la antigüedad. Así, los primeros cazadores se moverían detrás de rebaños salvajes de ñus y bisontes. Y, evolutivamente, cuando los hombres adquirieron la capacidad del pastoreo continuarían transitando las mismas veredas año tras año.
La dualidad entre dos formas de estar en el mundo (protección u oportunidad) se refleja en relatos bíblicos como el de Caín y Abel. El primero era agricultor, tenía una morada fija y transformaba el paisaje. El segundo, Abel, era por el contrario pastor y vivía adaptándose al medio que habitaba.
Autores como Heidegger han visto en el trashumante un modo pleno de ser. Y si bien no se trata de “echarnos todos al monte”, sí cabe adquirir ciertos elementos para su reflexión ulterior. Para el filósofo se habita en base a una cuaterna esencial: sobre la tierra, bajo el sol, hacia las divinidades y en tanto que mortales. El pastor mira siempre hacia arriba. Calcula la hora según la posición del sol y calibra los efectos del nubarrón venidero. Vive de cara al cielo. Es en esa bóveda, donde todas las culturas han construido su cosmogonía, donde habitan los dioses y donde viajamos cuando dejamos la tierra. Es esta tierra la que pisa, sin los artificios del asfalto; es la tierra que transita y sobre la que duerme. En los lugares donde el cielo y la tierra parecen unirse (rayos) se erige una ermita a Santa Bárbara. En ese devenir por el mundo asola un peligro que te convierte en el más mortal de los semidioses y el más divino de los mortales.Concluiría que en la trashumancia se hace manifiesto el “dejar ser”. No se trata de transformar el medio ni de blindarnos frente a toda inclemencia sino de hacer una lectura constante de las oportunidades naturales y movernos en consecuencia.
Publicado en Diario de Almería el 25/05/21
- Publicado en General, Reseñas Literarias
La carencia de sentido vital
El ser humano necesita un significado, un sentido. Su ausencia provoca angustia existencial
La mayoría de los pacientes que atendemos en urgencias tras un intento de suicidio suelen emplear argumentos tales como “aquí ya no hago nada” o “sólo soy un estorbo”. Y lo cierto es que es muy frecuente que cualquiera acabe preguntándose en algún momento de su devenir qué está haciendo con su vida. Podemos llegar a sentirnos como un Sísifo más, condenados eternamente a subir la piedra hasta la cima de la montaña para que, acto seguido, esta ruede ladera abajo y la tarea comience de nuevo, invariable y desmotivadora.
La carencia de un sentido vital puede generar en nosotros diferentes síntomas. La percepción de un vacío que nada llena es uno de ellos, el nihilismo neurótico sería otro y la depresión el denominador común de ambos. Al tratar de llenar ese vacío podemos incurrir en excesos, compulsiones e incluso conductas de riesgo para nuestras vidas. El nihilismo neurótico se caracteriza, contrariamente, por un estado mental vegetativo en el que todo fluye lento y distante, viviendo bajo una anestesia emocional. En ocasiones encontramos un subtipo de nihilismo llamado heroico. Aquí el individuo va saltando de causa en causa, sin adherirse realmente a ninguna sólo por saborear el “subidón” que da tener algo que hacer con tu vida y sentirse vinculado a un proyecto aunque sea de modo superficial.
El ser humano necesita un significado. Y este pude venir desde lo cósmico o lo personal. El significado cósmico lo proporcionan el sistema de religiones y creencias con una recompensa de vida eterna si en la finita se hacen bien las cosas. El significado personal no religioso lo aportan tres grandes dimensiones. La primera el altruismo. Cuando nos sentimos útiles se construye a nuestro alrededor un andamiaje firme que nos sostiene ante la negrura. La consagración a un proyecto es la segunda dimensión personal de realización. Es necesario una identificación profunda con el ideal a conseguir para que este proporcione determinación sin par. La familia, el trabajo o la ecología son tres de las infinitas posibilidades de consagración. Por último cabe mencionar la dimensión creativa ya que crear genera también en el ser humano estructura frente al caos.
La mayoría de las personas construimos nuestros significados mezclando estos elementos y dándole nuestra pátina íntima puesto que al final de lo que se trata es de aprovechar la oportunidad de contribuir a algo superior a nosotros.
Publicado en Diario de Almería el 13/04/21
- Publicado en Artículos en prensa, General
Angustia existencial
¿Cómo nos afectan los conflictos que emanan del enfrentamiento del individuo con la existencia?
“¿Llegamos a disipar o a disminuir nuestra angustia? Lo cierto es que no podríamos suprimirla puesto que nosotros mismos somos angustia.” Así consideraba Sartre que los seres humanos nos manejamos frente a los terrores existenciales. Sin tratar de corregir al genio, faltaría, un servidor tiene una visión más optimista del asunto. Pero si arranco la columna con esa sentencia es porque entiendo que la angustia, en sus diferentes versiones, está presente en nuestro aparato mental condicionando el devenir vital.
Cabe preguntarse primero a qué nos referimos con angustia. Tengan en cuenta que no aludimos al ingente decálogo de miedos simples que existen. Tenemos clasificadas la fobia a los espacios cerrados, a los abiertos, a las multitudes, a la soledad, a las arañas, los perros, etc. Pero estos son miedos a situaciones y elementos concretos. Toda vez que se trata la respuesta al estímulo aversivo el individuo respira con alivio.
La angustia sugiere algo mucho más profundo y atávico. Supone un conflicto que emana del enfrentamiento del individuo con los supuestos básicos de la existencia. Siendo estos supuestos las preocupaciones esenciales que forman parte de la existencia del ser humano a su paso por el mundo.
Yalom describe cuatro angustias básicas: la muerte, la libertad, el aislamiento y la carencia del sentido vital.
La primera de ellas, la muerte, surge al enfrentarnos al destino final de todo ser vivo. La tensión que genera el conflicto entre el deseo de seguir siendo y la conciencia de la inevitabilidad de la muerte puede generar diferentes síntomas en nuestra psique.
La libertad, aunque a menudo es asociada a un valor positivo, lleva aparejada la responsabilidad absoluta de decidir. ¿Cuántas veces han deseado no tener que elegir?
El aislamiento como tercera desazón implica la existencia de una barrera infranqueable entre nosotros y el resto del mundo. Con independencia de las relaciones que cultivemos nacemos y morimos solos.
Finalmente nos enfrentamos a la carencia de sentido vital. Si estamos condenados a morir, si debemos trazar nuestro propio camino, si en última instancia estamos solos, ¿qué debemos hacer para dotar de sentido nuestra vida?
En los próximos artículos nos sumergiremos en cada una de estas tribulaciones. Veremos cómo pueden condicionarnos, sin ser conscientes siquiera de ello, y señalaremos algunos caminos conducen al conocimiento reflexivo.
Publicado en Diario de Almería el 16/03/21
- Publicado en Artículos en prensa, General