
Cada día se presenta con muchas posibilidades pero se nos pasa volando. ¿Cómo aprovechar mejor el tiempo?
Cada lunes, a las nueve en punto, mi móvil me hace un resumen de cuánto tiempo he invertido cada día de la semana usándolo. Si bien me tengo por un usuario poco compulsivo lo cierto es que el teléfono arroja cifras notables. Es verdad que te contabiliza igual si usas el GPS o escuchas música a través de él pero como cifra en bruto da que pensar. Y la reflexión que provoca, lógicamente, gira sobre cómo utilizo mi tiempo. Decía Séneca que la vida es larga, llena cada día de intensas y diferentes posibilidades. Sucede, según el filósofo, que malgastamos muchísimo tiempo.
¿Cómo podríamos aprovecharlo mejor? Solemos vivir como si jamás fuéramos a morir. Cuando en realidad la vida no es más que una fugaz tregua dentro de una inexistencia cuasi eterna. Si lo pensamos con calma nos angustiamos, claro, pero no por ello debemos de dar la espalda a semejante meditación como primer paso.
El siguiente escalón para aprender a gestionar mejor nuestro tiempo es llevar una contabilidad puntillosa de nuestras inversiones horarias. Igual que tenemos una conciencia muy desarrollada de cuánto dinero ingresamos y gastamos convendría implementar un buen registro de las horas que dedicamos a cada tarea. Es probable que aún así desperdiciemos algunas pero al menos sabremos en qué.
Una vez establecido un mapa aproximado de nuestra inversión horaria convendrá analizar con más detalle cuánto de ese tiempo empleamos en nosotros. Descubrirán, a buen seguro, lo cicateros que resultan con ustedes mismos cuando se trata de invertir su propio tiempo. Existen múltiples razones por las cuales nos colocamos al final de la cola del razonamiento horario. No hay hueco para entrar en ellas pero sí señalaremos con contundencia que esto hay que cuidarlo. Hay, por supuesto, momentos vitales donde debemos emplear el máximo capital horario en una tarea concreta. Pero esto, por salud mental, no debe constituir la norma.
Como recomendación final apunto hacia una firmeza sostenida en los objetivos propuestos. ¿Cuántas veces nos planteamos una meta con una determinación que se va licuando conforme pasan los días? Ir cambiando de objetivos con frecuencia hace que derrochemos mucha arena de nuestro particular reloj.
Siguiendo estas recomendaciones, que no son mías sino del estoico cordobés, conseguiremos administrar mejor la esencia de nuestro existir. A la sazón sólo somos el tiempo que vivimos provechosamente.
Publicado en Diario de Almería el 26/04/2022